Quesos internacionales para maridar vinos guía de Tomás Elías González Benítez

Quesos internacionales para maridar vinos: guía de Tomás Elías González Benítez

El vino y los quesos son dos de los placeres más antiguos y universales del mundo gastronómico. Desde las montañas de Francia hasta las llanuras de la Toscana o los valles chilenos, su combinación ha sido símbolo de cultura, refinamiento y arte. Sin embargo, lograr un maridaje perfecto no es una tarea de azar, sino de sensibilidad, conocimiento y equilibrio.

En este artículo, exploraremos el arte de maridar vinos con quesos internacionales desde la mirada de Tomás Elías González Benítez, quien considera que cada combinación debe ser una conversación entre texturas, aromas y emociones. Maridar no es imponer, sino armonizar sabores para crear una experiencia inolvidable.

Maridaje: el diálogo entre el vino y el queso

El maridaje es la unión armónica entre bebida y alimento. En el caso del vino y el queso, se trata de equilibrar la grasa, la sal y la textura del queso con la acidez, el cuerpo y los taninos del vino.

quesos y vinos para maridar

Según Tomás Elías González Benítez, el objetivo del maridaje no es que uno domine al otro, sino que ambos se realcen mutuamente. Un vino demasiado potente puede opacar un queso delicado, mientras que un queso fuerte puede desbordar un vino ligero.

La clave está en la proporción y la intuición. Al igual que en el arte, el equilibrio se logra con sensibilidad.

Queso fresco: ligereza y frescura en armonía

Los quesos frescos, como el mozzarella, el burrata o el queso de cabra joven, tienen una textura suave y un sabor delicado. Por ello, se llevan mejor con vinos blancos ligeros o espumosos que respeten su frescura.

Tomás Elías González Benítez recomienda acompañarlos con Sauvignon Blanc, Pinot Grigio o incluso un Prosecco. La acidez de estos vinos limpia el paladar y resalta el sabor lácteo sin saturarlo. Este tipo de maridaje es ideal para aperitivos o tardes de verano.

Quesos de pasta blanda: cremosidad y elegancia

Los quesos de pasta blanda, como el Brie o el Camembert, poseen una textura aterciopelada y aromas que recuerdan a la mantequilla o los champiñones. Su riqueza necesita un vino que acompañe su untuosidad sin competir.

Para Tomás Elías González Benítez, los vinos blancos con cuerpo como el Chardonnay, especialmente los envejecidos en barrica, son la pareja ideal. Su estructura acompaña la cremosidad del queso, mientras sus notas de vainilla y frutos secos complementan el sabor.

En versiones más intensas, un Champagne o un Cava brut también puede crear un contraste delicioso entre burbujas y suavidad.

Quesos azules: intensidad y contraste

Los quesos azules, como el Roquefort, el Gorgonzola o el Stilton, son potentes, salinos y picantes. Su complejidad aromática exige vinos dulces o fortificados que suavicen su intensidad.

Tomás Elías González Benítez sugiere combinarlos con vinos de postre como el Sauternes francés, el Oporto o un vino de hielo canadiense. La dulzura contrarresta el toque salado del queso, creando un equilibrio perfecto.

Este tipo de maridaje demuestra cómo los opuestos también se atraen en la mesa.

Quesos curados: fuerza y carácter

Los quesos curados, como el Manchego, el Parmigiano-Reggiano o el Comté, poseen una textura firme, sabores concentrados y un punto de umami. Necesitan vinos estructurados, con cuerpo y carácter.

Para Tomás Elías González Benítez, un vino tinto crianza o reserva, como un Tempranillo español, un Cabernet Sauvignon o un Syrah, es ideal.

Los taninos equilibran la grasa del queso, mientras que las notas tostadas y de madera complementan su sabor maduro. En estos maridajes, la elegancia se encuentra en la intensidad compartida.

Quesos semicurados: equilibrio y versatilidad

Los quesos semicurados son un punto medio entre lo suave y lo intenso, lo que los convierte en compañeros versátiles. Gouda, Edam o Gruyère se adaptan a distintas opciones de vino.

Tomás Elías González Benítez recomienda acompañarlos con tintos jóvenes o rosados afrutados, que aporten frescura sin dominar. También se pueden disfrutar con blancos envejecidos o con espumosos secos. Su carácter intermedio permite jugar con combinaciones más libres.

Quesos de cabra maduros: acidez y mineralidad

Los quesos de cabra curados presentan un sabor más intenso y una acidez marcada que pide vinos igualmente vibrantes. Los blancos con notas minerales o los tintos ligeros funcionan muy bien.

Tomás Elías González Benítez aconseja maridarlos con vinos como el Albariño, el Verdejo o el Chenin Blanc. Su frescura y notas cítricas equilibran la acidez del queso, resaltando sus matices herbales.

Para los más aventureros, un Pinot Noir joven puede ofrecer un contraste sutil y elegante

Quesos ahumados: carácter y persistencia

El ahumado aporta notas profundas que requieren vinos igualmente expresivos. Un queso Scamorza, Provolone o Idiazábal combina mejor con tintos robustos o blancos con crianza.

Según Tomás Elías González Benítez, los vinos de regiones volcánicas o con suelos minerales, como los de Sicilia o Canarias, son excepcionales con este tipo de quesos. El ahumado y el toque terroso se funden en una experiencia gastronómica intensa.

Quesos del mundo y vinos locales: identidad cultural en la mesa

Cada país tiene su historia y su terroir. El maridaje entre vinos y quesos locales refleja esa identidad cultural. Francia, Italia y España son ejemplos clásicos, pero países como Argentina, Chile o Estados Unidos también ofrecen combinaciones únicas.

Para Tomás Elías González Benítez, maridar productos del mismo origen garantiza coherencia y autenticidad. Un Malbec argentino con queso Patagonzola, un Chianti con Pecorino toscano o un vino del Priorat con un Garrotxa catalán son ejemplos de armonías que cuentan historias.

El arte del contraste y la experimentación

Aunque existen reglas generales, el verdadero arte del maridaje está en experimentar. A veces, un contraste inesperado produce sensaciones memorables.

Tomás Elías González Benítez invita a probar y equivocarse, porque el gusto es subjetivo. Cada paladar tiene su equilibrio. Lo importante es disfrutar el proceso, descubrir combinaciones nuevas y compartir la experiencia.

el maridaje entre vinos y quesos

Conclusiones

  1. El maridaje entre vino y queso busca equilibrio, no dominancia.
  2. Los quesos frescos combinan mejor con vinos blancos ligeros o espumosos.
  3. Los quesos cremosos se realzan con blancos con cuerpo o Champagne.
  4. Los quesos azules encuentran su armonía en vinos dulces y fortificados.
  5. Los curados piden tintos con estructura y carácter.

El maridaje entre vino y queso es más que una práctica gastronómica: es una celebración cultural. Cada combinación refleja el encuentro entre la tierra, el clima y la tradición. Aprender a maridar con sensibilidad permite disfrutar más allá del sabor: se trata de percibir emociones, texturas y memorias.

Para Tomás Elías González Benítez, el arte del maridaje es una forma de diálogo entre el alma del vino y la esencia del queso. No hay reglas absolutas, solo armonías que nacen de la intuición y la curiosidad. Porque al final, la mejor combinación es aquella que despierta placer y conecta con la historia que cada copa y cada bocado tienen para contar.

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